Los buenos sentimientos, Verónica y Juan Diego

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Los buenos sentimientos nacen normalmente por la intervención de otros que los despiertan. ¿Te has dado cuenta? No salen sólo de ti, como si vinieran de fábrica. Siempre viene alguien que, con sus palabras, gestos o acciones, te hace sentir bien y provoca lo mejor de ti, sale a relucir tu mejor versión. Y por consiguiente consigue hacerte mejor persona.

Es curioso, porque con esa persona que despierta esos buenos sentimientos, que a veces andan dormidos, el tiempo es fugaz. Un café dura un sorbo, una hora sólo seis minutos, y un beso lo que dura una gota de lluvia al caer.
Sin embargo, ocurre algo opuesto, perpetuo. Tres días sin verse se convierten en una semana, en la espera de una cita se amontonan los minutos, pero también un abrazo de cuarenta segundos puede llegar a ser infinito. Porque los abrazos sanan y protegen, hacen de goma de borrar, que de un soplido elimina los borrones negros. Dan paso a todo lo que es motivo de alegría, de sonrisa, y de ilusión.

Por eso, hay que hacer hueco a lo que sonroja las mejillas. A todo aquello que te levanta el ánimo, incluso en el peor de tus momentos te ayuda a continuar, a limar asperezas, ¡pelillos a la mar! Hay que dar prioridad a todo lo que une, lo que acorta distancias, todo lo que, pequeño o grande, te ilusiona y contribuye a ser feliz.

Un hueco en el calendario para esos momentos de buenos sentimientos

Cuando llega esa persona hay que hacerle sitio a los días más y menos señalados en el calendario. A las sorpresas que se memorizan desde las retinas de tus ojos y que acaban ganando un sitio en el recuerdo de tu memoria. Hay que darle sitio a los planes más inesperados, a todo lo que sucede en un plan B porque el A falló. En definitiva hay que dar prioridad a esas personas que sacan lo mejor de nosotros, y a las que nos despiertan esos buenos sentimientos.

¿Por qué no hacemos un hueco, de los grandes, a todo lo que vale la pena? A lo que realmente echarías de menos si un día ya no lo tuvieras.

Mis mejores deseos y felicidad eterna para esta parejaza, Verónica y Juan Diego, quienes ya han sido inmortalizados para siempre en ilustración digital personalizada en uno de esos momentos de buenos sentimientos.

 

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