Las personas con luz propia son aquellas que radian por sí solas. Tienen un aura especial y solo con su presencia te transmiten su paz. Estas personas son una bendición para quienes les rodean, porque tienen habilidad de contagiarte su alegría y su buen humor. Suelen ser bondadosas, afables y desprenden una gran vitalidad. No necesitan grandes cosas para sonreír, se conforman con los pequeños detalles, dando valor a su personalidad.
Son realistas y también tienen sus días buenos y sus días malos, aunque siempre acaban encontrando el equilibrio perfecto para no perder la cordura, ni la sonrisa, aunque en el fondo tengan esa chispa de locura. La naturalidad les caracteriza, no disimulan ni fingen aparentar lo que no son, la sinceridad y frescura forman parte de su encanto.
La personas con luz propia son buenas confidentes porque te escuchan y te dan consejos, te pondrán un vaso de agua delante, para que bebas hasta la última gota y te dirán que te dejes de dramas y que no cuestiones si el vaso está medio lleno o medio vacío, porque lo importante es saciar tu sed.
Sus abrazos son tan curativos como necesarios. Un mal día puede disiparse si esta persona te rodea con sus brazos, apoya la cabeza en tu hombro y te abraza profundamente.
Estas personas con luz son necesarias en nuestras vidas. Procura rodearte de gente así, cuando la encuentres nunca querrás separarte de su lado. Te faltarán horas al día y días en el calendario. Las admirarás con la misma intensidad que las extrañas cuando no estén a tu lado. Siempre nos dejarán el mejor recuerdo y este será imposible de borrar. Entenderás entonces, que a las personas con luz propia, hasta echarlas de menos es bonito.
No hay mayor tesoro que un «nosotros» -Antonio Agredano-
La ilustración de este artículo, representa a una pareja en acuarela digital, paseando de la mano a través de un campo de almendros en flor, en una mañana soleada allá por el mes de marzo, justo antes de la entrada a la primavera.
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