Son muchos los que de una manera u otra han estudiado con rigor los efectos de los colores durante siglos. Psicólogos, científicos, filósofos y artistas, proponiendo un amplio abanico de teorías sobre el uso del color. La cantidad y variedad de estas teorías demuestra que no existen reglas ni cánones universales en el campo de la teoría del color: la percepción del color depende de la experiencia individual de cada persona y cada individuo tiene sus propias preferencias y gustos en cuanto a colores, es por ello que todos percibimos reacciones físicas ante ciertos colores. He aquí la historia y psicología del color.
Desde el punto de vista de las emociones, los colores cálidos estimulan la mente, alegran y aportan energía, mientras que los colores fríos inspiran calma, aunque también pueden tener un efecto depresivo en nosotros.
Goethe y la psicología del color
El escritor alemán Johann Goethe estudió y probó las modificaciones psicológicas y fisiológicas que el ser humano sufre al percibir los diferentes colores y su manera de reaccionar ante ellos.
Su investigación fue la piedra angular de la actual psicológica del color. Desarrolló un triángulo con tres colores primarios, rojo, amarillo y azul, y relacionó cada color con ciertas emociones. La historia del color había encontrado, por fin, su punto de conexión con el alma humana.
La Rosa de los Temperamentos
Goethe dio un primordial papel a la percepción del color, al aspecto subjetivo de este, atribuyéndole un valor determinado, una especie de personalidad a los colores. Este estudio que se basa en analizar el efecto del color en la percepción y la conducta humana.
El antecedente de la publicación ‘Teoría de los Colores’ se ubica en un estudio que realizó junto al filósofo e historiador Friedrich Schiller, a esta obra le llamaron ‘Rosa de los Temperamentos’, realizado entre 1798 y 1799. Se trata de una relación de los colores con los rasgos de carácter de las personas. Es decir: doce colores, doce temperamentos u ocupaciones: tiranos, héroes, aventureros, hedonistas, amantes, poetas, oradores públicos, historiadores , maestros, filósofos, pedantes, gobernantes, y estos, a su vez, agrupados en los cuatro temperamentos derivados de la teoría filosófica griega y romana de la antigüedad, y que son: colérico, melancólico, sanguíneo y flemático.
Los siguientes atributos son los que Goethe relacionó a cada color.
Amarillo: Es el color más cercano a la luz. En su pureza más alta que siempre lleva consigo la naturaleza de brillo, tiene un carácter suave, emocionante sereno. Por otro lado es muy susceptible a la contaminación, produce un efecto muy desagradable y negativo al mancharse.
Rojo: El efecto de este color es tan peculiar como su naturaleza. Se transmite una impresión de gravedad y dignidad, y al mismo tiempo de gracia y atractivo. El primero en su estado oscuro y profundo, en el último en su luz atenuada.
Violeta: El violeta es el color de la madurez y la experiencia. En un matiz claro expresa profundidad, misticismo, misterio, melancolía, es el color de la intuición y la magia; en su tonalidad púrpura es símbolo de realeza, suntuosidad y dignidad.
Naranja: Mezcla de amarillo y rojo, tiene las cualidades de ambos, aunque en menor grado. Es el color de la energía, un color para temperamentos primarios, que gusta a niños, bárbaros y salvajes porque refuerza sus tendencias naturales al entusiasmo, al ardor, a la euforia…
Verde: Este color es reconfortante, libera al espíritu y equilibra las sensaciones. El ojo experimenta un estado de agrado cuando lo observa.
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